El Aniversario de la Creación

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LA PLEGARIA Y ABA JILKIYA

¿QUIÉN ERA ABA JILKÍA?


Abba Jilkiah en Abba Jilkiahu; ( אבא חלקיה )  fue un sabio Tanáico y nieto de Honi HaMe'agel. El Talmud lo cita como excepcionalmente escrupuloso en su trabajo y comportamiento.

Al igual que su conocido abuelo, que era conocido por sus habilidades para inducir la lluvia por medio de oraciones y otros medios sobrenaturales, Jilkiah también era conocido por sus habilidades para inducir la lluvia por medio de sus oraciones. Por esta razón, durante uno de los períodos de sequía, según registra el Talmud la ocasión, los sabios le enviaron una delegación de dos discípulos para pedirle que orara por la lluvia. 

Los discípulos lo encontraron trabajando en el campo como empleado asalariado, por lo que ni siquiera se dirigió a ellos cuando lo saludaron, hasta que terminó con su trabajo en el campo, y solo entonces se dirigieron a su casa juntos, mientras observaban algunos comportamientos extraños de Jilkía. 

Abba Jilkía, que ya entendía por sí mismo la razón de la visita de los discípulos, no escuchó, en su naturaleza humilde, sus súplicas, e inmediatamente después de llegar a su casa, él y su esposa subieron al ático, donde hicieron una súplica de oración para que viniera lluvia, una súplica que fue respondida inmediatamente por el cielo. Las nubes de lluvia comenzaron a aparecer en la dirección donde su esposa oraba, y la lluvia comenzó a caer. 

Abba Jilkía luego regresó con sus visitantes, y mientras fingía ser ingenuo, les preguntó cuáles eran sus deseos. Los discípulos no cayeron en la trampa, y de inmediato pudieron comprender que Jilkía había provocado la lluvia, y le habían preguntado por sus extraños comportamientos que habían observado previamente en su camino a su casa, así como por la razón de que la lluvia viniera de la dirección en la que su esposa oraba y no de la suya. 

Jilkía les explicó todo, que la razón por la que la súplica de su esposa fue respondida primero fue porque ella ayuda a los necesitados que llaman a su puerta, dándoles comida cocinada, mientras que él solo les da dinero, por lo que tienen que molestarse en ir a comprarla. Pero su razón alternativa es quizás más fundamental: "Había ladrones en mi calle, y yo oré a Dios para que se deshiciera de ellos, ¡pero mi esposa oró para que enmendaran su conducta!


Historia por el Rav Yosef Bitton:  En el tratado Ta’anit, 23a, la Guemará nos cuenta sobre Abá Jilkiyá, un hombre extremadamente honesto, que trabajaba muy duro, pero era pobre. Su comida diaria consistía do un pedazo de pan, que compartía con su esposa, con sus dos hijos y con los pobres que ni siquiera tenían pan (de esto último se encargaba su esposa). Abá Jilkiyá era también conocido por un “poder” muy especial : sus plegarias (como las de su abuelo Joní haMeaguel) eran escuchadas.

Durante un año de dura sequía los prestigiosos Sabios de Israel enviaron una delegación de dos Sabios para que fueran a ver a Abá Jilkiyá y le pidieran que él rezará por la llegada de la lluvia.

Aba Jilkiyá llamó a su esposa y discretamente, sin decirle nada a los Sabios, subió con ella a la azotea y se pusieron a rezar, cada uno en una esquina diferente. Esta hermosa imagen, marido y mujer rezando juntos, pero por su cuenta, es la fórmula de rezo de un matrimonio judío que se aprende del tercer versículo de la Perashá de esta semana “Toledot” donde la Torá relata que Yitzjaq y su esposa Ribqá rezaron a Dios para concebir un hijo, lo cual sucedió, ¡y por partida doble! luego de 20 años de espera.

Volviendo a Abá Jilkiyá; al poco tiempo de comenzar a rezar, apareció una nube que trajo la lluvia. La Guemará se preocupa por contarnos que la nube no llegó del lado que rezaba Abá Jilkiyá, sino del lado que rezaba su esposa. Insinuando que la lluvia había comenzado en mérito de ella.

Abá Jilkiyá bajó de la azotea, sin que lo vieran los Sabios y les dijo: “Bueno, sí vinieron para pedirme que yo rece por lluvia, se pueden retirar porque, como ya ven, comenzó a llover antes de que yo pudiera rezar”.Esta hermosa historia continua el dialogo que tuvo lugar entre los Rabinos y Abbá Jilquiyá (la historia completa se puede ver aquí).

Hay varias lecciones muy importantes que se aprenden de este episodio de Abbá Jilquiyá respecto a cómo rezar.

Comencemos por lo más obvio.

1. Como la Guemará misma se encargar de demostrar, hay ciertas virtudes especiales que parecen ser las que le dan a una persona el mérito de ser escuchado por Dios: la honestidad en el trabajo ,y la ayuda a los que tienen menos que uno.

2. Hay otro elemento que aunque menos explícito es también evidente. La humildad de Abá Jilkiyá que no quiso acreditarse el haber sido escuchado por Dios. La plegaría que Dios escucha parece ser la de aquel que no presume de su poder, como lo hizo Bil’am o otros mercaderes de la religión. Parafraseando lo que me explicó uno de mis maestros: “el que verdaderamente tiene ese poder no presume de él; y el que presume, no lo tiene”.

3. Pero el punto que más quiero resaltar es el que menos se nota: Si Abá Jilkiyá era tan pobre, y sabia que sus plegarias eran escuchadas, ¿por qué no rezó por su propio bienestar? La respuesta, honestamente, no la conozco. Pero se me ocurren dos posibilidades. a) Que Abá Jilkiyá era tan poco materialista que su pedazo de pan por día le alcanzaba, y no consideraba necesario rezar por más de lo necesario para vivir. Y quizás, esta extrema sencillez era otro de sus numerosos méritos. b) Que HaShem escucha más nuestro rezo cuando es desinteresado, es decir, cuando rezamos por el bienestar de los demás. Cuando rezamos por otra persona o por Am Israel, como hizo Abbá Jilkyá cuando no había lluvia.

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