LECTURA DE LA HAFTARÁ
HAFTARAT DEVARIM - ISAÍAS 1:1-1:27
Visión de Isaías hijo de Amoz, la cual vió sobre Judá y Jerusalem, en días de Uzzías, Jotham, Achâz y Ezechîas, reyes de Judá. Oigan, cielos, y escucha tú, tierra; porque habla el Eterno: Crié hijos, y los engrandecí, y ellos se rebelaron contra mí. El buey conoce á su dueño, y el asno el pesebre de su señor: Israel no conoce, mi pueblo no tiene entendimiento.
¡Oh gente pecadora, pueblo cargado de maldad, generación de malignos, hijos depravados! Dejaron al Eterno, provocaron á ira al Santo de Israel, se tornáron atrás. ¿Para qué han de ser castigados aún? todavía se rebelarán. Toda cabeza está enferma, y todo corazón doliente. Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa ilesa, sino herida, hinchazón y podrida llaga: no están curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite. Su tierra está destruida, sus ciudades puestas á fuego, su tierra delante de ustedes comida de extranjeros, y asolada como asolamiento de extraños.
Y queda la hija de Sión como choza en viña, y como cabaña en melonar, como ciudad asolada. Si el Eterno de los ejércitos no hubiera hecho que nos quedaran muy cortos residuos, como Sodoma hubiéramos sido, y semejantes á Gomorra. Príncipes de Sodoma, oigan la palabra del Eterno; escuchen la ley de nuestro Dios, pueblo de Gomorra.
¿Para qué me sirven, dice el Eterno, la multitud de sus sacrificios? Harto ya estoy de holocaustos de carneros, y de sebo de animales gruesos: no quiero sangre de bueyes, ni de ovejas, ni de machos cabríos.
¿Quién demandó esto de sus manos, cuando vinieran a presentarse delante de mí, para hollar mis atrios? No me traigan más vano presente: el perfume me es abominación: los sacrificios de la luna nueva y de Shabat, el convocar asambleas, no las puedo aguantar: Sus solemnidades son iniquidad. Sus lunas nuevas y sus solemnidades mi alma las tiene por aborrecidas: me son gravosas; cansado estoy de llevarlas.
Cuando extendieren sus manos, yo esconderé de ustedes mis ojos: asimismo cuando multiplicaren la oración, yo no oiré: llenas están de sangre sus manos. Lavense, limpiense; quiten la iniquidad de sus obras de ante mis ojos; dejen de hacer lo malo: Aprendan a hacer bien: busquen juicio, restituyan al agraviado, oigan en derecho al huérfano, amparen a la viuda.
Vengan ya, dice el Eterno, y estemos á cuenta: si sus pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos: si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.
Si quisieren y oyeren, comerán el bien de la tierra: Si no quisieren y fueren rebeldes, serán consumidos a espada: porque la boca de el Eterno lo ha dicho. ¿Cómo te has tornado ramera, oh ciudad fiel? Llena estuvo de juicio, en ella habitó equidad; mas ahora, homicidas. Tu plata se ha tornado escorias, tu vino mezclado está con agua. Tus príncipes, prevaricadores y compañeros de ladrones: todos aman las dádivas, y van tras las recompensas: no oyen en juicio al huérfano, ni llega a ellos la causa de la viuda. Por tanto, dice el Señor el Eterno de los ejércitos, el Fuerte de Israel: Ea, tomaré satisfacción de mis enemigos, me vengaré de mis adversarios: Y volveré mi mano sobre ti, y limpiaré hasta lo más puro tus escorias, y quitaré todo tu estaño:
Y restituiré tus jueces como al principio, y tus consejeros como de primero: entonces te llamarán Ciudad de justicia, Ciudad fiel. Sión con juicio será rescatada, y los Judíos arrepentidos de ella serán redimidos con rectitud.
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