HAFTARÁ DE MASEI EN POCAS PALABRAS
Jeremías 2:4–28; 4:1–2.
La Haftará Masei que se lee en esta semana es la segunda de una serie de tres “Haftarot de aflicción”. Estas tres Haftarot se leen durante las Tres Semanas de luto por Jerusalén, el tiempo conocido como Bein Ha’Metzarím, Las tres semanas que van desde el ayuno del 17 de Tamuz al ayuno del 9 de Av.
El profeta Jeremías transmite el mensaje de Dios al pueblo judío, en tono fuerte reprendiendo a todos los sectores del pueblo, incluido el liderazgo, por su abandono de Dios. “¿Qué mal encontraron en Mí vuestros antepasados, que se alejaron de Mí, y fueron tras la vanidad y ellos mismos se hicieron vanos?” Él les recuerda la bondad que Dios hizo por ellos, sacándolos de Egipto y guiándolos a través del desierto y estableciéndolos en la Tierra Prometida, pero ellos devolvieron la bondad con deslealtad.
¿A CASO HAN VISTO A ALGUNA NACION CAMBIAR A SUS DIOS O DIOSES?
“Porque dos males ha cometido mi pueblo; me han dejado a Mí, la fuente de aguas vivas, [y además, esto fue para] cavarse cisternas, cisternas rotas que no retienen agua.”
Dios les pide que vean las acciones de sus naciones vecinas, los Kittitas y los Kedaritas, “y vean si hubo tal cosa, si alguna nación jamás ha intercambiado a un dios por otro, y eso aunque sabemos que sus deidades realmente no son dioses. Sin embargo, mi nación (Israel) cambió su gloria por lo que no aprovecha”.
Jeremías continúa prediciendo el sufrimiento que sufrirá el pueblo judío a manos de sus enemigos, y también de sus antiguos aliados: “Su propia maldad los castigará a ustedes, y serán reprendidos por sus propias rebeliones; y sabrás y verás que tu abandono del Eterno tu Dios es malo y amargo”.
La Haftará termina con una nota alentadora, asegurando a la gente que si regresan, si hacen Teshuvá (arrepentimiento) a Dios con sinceridad, serán restaurados a toda su gloria.
EN RESUMEN
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LA HAFTARA PARA MASEI ES UNA PROFECÍA DE DESTRUCCIÓN PLAGADA DE METÁFORAS.
La costumbre asquenazí es leer Jeremías 2:4-28 y 3:4. La costumbre sefardí es leer Jeremías 2:4-28 y 4:1-2.
La haftará para Parashat Masei es la segunda de la serie de tres haftarot que se leen entre el 17 de Tammuz y el 9 de Av, todas las cuales describen la opresión y destrucción de Israel (tlata depuranuta). Aunque no está conectada temáticamente con la parashá, la haftará evoca el sentido de duelo que caracteriza este período en el calendario judío.
La haftará comienza exactamente donde terminó la haftará de la semana anterior, con el profeta Jeremías reprendiendo al pueblo por abandonar a Dios. Lamenta que el pueblo no haya recordado que Dios los sacó de la tierra de Egipto, los guió a través de los peligros del desierto y les dio una tierra llena de frutos abundantes. Señala que no solo la gente común es culpable: los sacerdotes, los eruditos de la Torá, los gobernantes y los profetas han pecado.
Jeremías se maravilla de la audacia de Israel. Si uno buscara en los rincones del mundo, afirma, no podría encontrar una nación tan rebelde. De hecho, toda la naturaleza está conmocionada por lo que Israel ha hecho: “Espantaos, oh cielos, por esto. ¡Estén horrorizados, completamente aturdidos!” (2:12)
UNA MEZCLA DE METÁFORAS
Jeremías explica que el pecado del pueblo es doble: han abandonado a Dios y se han dedicado a adorar una idolatría inútil. Jeremías describe esto con una metáfora del agua: Dios es una fuente de agua viva, pero los israelitas prefieren cavar sus propias cisternas, cisternas rotas que ni siquiera pueden contener agua.
Continuando con el tema del agua, Jeremías le dice al pueblo que la destrucción es inevitable, y que no deben molestarse en buscar ayuda en otra parte: “¿De qué sirve ir a Egipto a beber las aguas del Nilo? ¿Y de qué sirve ir a Asiria a beber las aguas del Éufrates? (2:18) Ninguna de estas naciones podrá ayudar a Israel porque están tan profundamente manchadas por el pecado.
Pasando del agua a la vida silvestre, Dios compara a Israel con un camello lujurioso que copula en cada colina alta y debajo de cada árbol, y con un asno salvaje en el desierto, apasionado y desenfrenado.
En los versículos finales de esta reprensión, Jeremías dice que toda la casa de Israel, incluidos sus reyes, oficiales, sacerdotes y profetas, deben sentirse como un ladrón culpable que ha sido atrapado. Incluso los dioses que el pueblo adora son materia de comparación: “¡Porque tus dioses, oh Judá, son tantos como tus ciudades!” (2:28)
Para no terminar con una nota negativa, las comunidades asquenazíes añaden un verso al final de la haftará que llama a Israel el compañero de la juventud de Dios (3:4). Las comunidades sefardíes avanzan dos capítulos y leen versículos que prometen que si Israel regresa a Dios, se convertirán en una bendición entre las naciones del mundo (4:1-2).
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