El Pensamiento Para Hoy1 de Tishri Yahrzeit de Sara
Jayié Sará - Madre de la vida
De las 54 porciones bíblicas del año o sea las Parashiot que se encuentran en los Cinco Libros de Moisés, sólo una de ellas lleva el nombre de una mujer. Se llama: Jayié Sará o mejor dicho en español "La vida de Sara".
Esa porción se abre informándonos que Sara había muerto.
Sí, se trataba de la muerte de Sara. ¿Por qué será que se le llama la vida de Sara, si estamos hablando de su muerte? Porque estamos hablando de su verdadera vida. Porque sólo con su fallecimiento la vida de Sara se cumplió o sea se cumplió su propósito.
Durante toda su vida, Sara y su esposo Abraham sólo tuvieron un hijo (Isaac). Éste permaneció soltero hasta la muerte de sumadre. El Eterno le había prometido toda la tierra prometida a los descendientes de Sara, de que ellos serían tan numerosos como las estrellas de los cielos; Sin embargo, fue sólo cuando Sara murió que Abraham hizo su primera compra tangible en la Tierra, compró a Hebrón públicamente y con el pago completo. Un lugar que usó para el entierro de Sara y el campo que lo acompaña es la ciudad de Hebrón, esa compra marca el punto seminal de la Tierra de Israel.
¿De dónde vendría esa “descendencia tan numerosa como las estrellas” que Dios le había prometido?
Bueno también con el fallecimiento de Sara, Abraham mandó a buscarle una esposa a su hijo Isaac, y se hizo el históricamente famoso matrimonio entre Isaac y Rebeca, una mujer muy parecida a Sara, a través de quien el pueblo judío se haría realidad.
Durante la vida de Sara, Abraham no pudo guiar a Ismael. Por orden divina, se vio obligado a escuchar a Sara, quien fue testigo de la influencia corruptora de Ismael y exigió que lo despidieran. Al final de la Parashá, Abraham sigue los caminos de Sara con el resto de sus hijos. Incluso Ismael se arrepintió y aceptó a Isaac como el verdadero heredero de Abraham.
Fue después del fallecimiento de Sara que la visión de Abraham comenzó a hacerse realidad en este mundo, a través de la obra de Sara.
Esta es la verdadera vida: una vida que no se limita a los años de un cuerpo físico, sino que se vuelve aún más real una vez que se libera de esos confines, y continúa sintiéndose cada vez más con cada año que pasa.
Así es la vida de una madre matriarca que también era Profeta. Mientras el resto de nosotros vivimos en un momento que ya ha desaparecido, una madre tal como Sara, da vida física, nutre la vida con lo material y lo espiritual y guía esa vida hacia la eternidad.
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